miércoles, 28 de agosto de 2013

JAIME EL BARBUDO SALTEADOR Y GUERRILLERO... / Gonzalo Martínez Español (y 5)


La entrega a las autoridades y la petición de indulto en 1823.

El pleno de la Diputación celebrado el 15 de enero patentizaba las enésimas urgencias económicas que padecían las partidas comandadas por el coronel Jaramillo. La penuria obligó a que la Diputación recurriese al Intendente de la provincia a fin de que le anticipase 6.000 reales, que serían reintegrados con la primera remesa de fondos que se ingresara en la depositaria provincial[1]. El pleno de 28 de enero dio lectura a una carta del Intendente manifestando la imposibilidad de anticipar los 6.000 reales de ayuda a las partidas volantes. Asimismo un oficio del Intendente dirigido al jefe político expresaba la imposibilidad de suspender el apremio contra el pueblo de Novelda, a causa del impago de contribuciones, sin aceptar el pretexto de haber invertido algunos fondos en la manutención de la partida volante constitucional. Una vez más, Jaramillo manifestaba la absoluta carencia de medios para auxiliar a las patrullas. El presidente acordó la entrega de 8.000 reales al jefe político en auxilio de las fuerzas de Jaramillo, propios del fondo destinado a armamento de la Milicia Local Nacional[2].
El 18 de marzo el Barbudo y su cuadrilla se entregaron a las autoridades de Jumilla acogiéndose al indulto. El 26 de marzo se le esperaba en Chinchilla, había prometido mandar una partida de voluntarios y emplearse en perseguir malhechores y enemigos de la estabilidad del sistema constitucional[3]. El Diario Constitucional expresa: “Jaime Alfonso (alias el Barbud) con toda su partida que por espacio de 21 años se ha sostenido en las Sierras de Crevillente, entregado al robo y al latrocinio, habiendo hecho inútiles los esfuerzos de cuantas tropas se habían mandado contra él para capturarle, se ha presentado al indulto en el pueblo de Jumilla con su partida, convirtiéndose en defensor de los derechos del hombre en sociedad[4].” La incorporación de Jaime Alfonso a la defensa del orden constitucional comenzaba a dar frutos positivos. A comienzos de abril detuvo a 17 individuos que formaban parte de un grupo de 79 presos liberados por el faccioso Villaescusa cuando eran transportados a Cartagena. A su vez los actos de Jaime tenían un efecto añadido, ya que siguiendo la estela del bandolero, se habían acogido al indulto una facción de Novelda y otra de Agost, más unos cuantos persas del pueblo de Muchamiel[5].

El 7 de abril de 1823 irrumpen en España los cien mil hijos de San Luis capitaneados por el Duque de Angulema con el propósito de restituir a Fernando VII en el trono absolutista. El ejército galo fue paulatinamente venciendo la resistencia, hasta que Cádiz, el último reducto liberal claudicó el 1 de octubre. El Barbudo no tardó en mudarse al bando realista: Jaime Alfonso (alias el Barbut) se ha pasado a los facciosos. ¡Cuanto se nos ocurrió cuando vimos que éste y otros de su laya en virtud del indulto se presentaron en esta capital con el trofeo de sus robos y asesinatos insultando a las justicia![6]. Idéntico rotativo señala que Jaime el Barbudo y 21 de sus secuaces habían sido apresados por los franceses, pese a que Jaime había sido paladín de la fe, con la consiguiente satisfacción del articulista[7].
El Conde de Carnarvon recorría la Península en 1823 cuando Jaime el Valenciano se adscribió nuevamente a la causa realista. El Conde daba buena cuenta del ascendiente que tenía Jaime sobre los habitantes de la comarca, constatando el reparto del botín entre las clases más necesitadas:
“Estando yo en Valencia, este poderoso aventurero pagaba los impuestos de por lo menos  cinco aldeas situadas dentro de los límites del territorio montañoso sobre el que durante años fue rey casi absoluto, las autoridades le temían y le festejaban, y los pobres le amaban y le temían como a su señor natural(…) Tenía a honra proteger a los campesinos que se adherían entusiásticamente a su causa y se decía que a veces, cuando una pareja de enamorados pertenecientes a familias fieles a él, no podían casarse por falta de dinero, Jaime resolvía el problema dando a la novia dote suficiente y apareciendo en plena boda en traje de ladrón, asistiendo al baile, sacando a la novia a bailar, besándola en las mejillas con un ardor que el novio perdonaba sin gran esfuerzo y desapareciendo entre los aplausos ruidosos de los campesinos(…) Era raro que desvalijase del todo a los viajeros, limitándose más bien a cobrarles un porcentaje de lo que llevaban…”
                                               (Conde  de Carnarvon, 1967, 100-102)                    
La militancia en las filas absolutistas le proporcionó el indulto de la Corona y Jaime fue designado sargento mayor de una partida realista. Se empleó en la persecución de malhechores y desafectos al nuevo sistema cobrando una asignación económica del Consistorio de Murcia. En el diario El Semanario Murciano de 16 de marzo de 1879, dentro de las consultas de lectores, se formulaba la pregunta ¿por qué concepto recibía Jaime Alfonso un socorro mensual del Ayuntamiento de Murcia en el año 1823? El redactor afirmaba que por su condición de realista, fiel partidario del Trono y el Altar, exponiendo que:“…Restablecido en 1823 el régimen absoluto, Jaime, bien espontáneamente porque creyese que debía contribuir a asegurarlo en nuestra comarca, bien mandado por el nuevo Ayuntamiento realista de Murcia (que ó consideró aún necesarios y eficaces sus servicios o buscó sólo un pretexto para premiarle los antiguos) siguió recorriendo con su gente el país murciano, de capitán de realistas, y en tal concepto recibía de cuando en cuando socorros pecuniarios del Ayuntamiento. Lo que no sé si es un socorro mensual y fijo, efectivamente; creo que no. Al mismo tiempo que la de Jaime, existían otras varias partidas realistas, a las cuales el Ayuntamiento acudía de igual modo[8]

Murcia. Plaza de Santo Domingo
Detención y ejecución del Barbudo en 1824.
La literatura refiere que a principios del año 1824 Jaime es requerido en las cárceles de Murcia con el pretexto de recibir órdenes. Engañado por las autoridades absolutistas, aprovechan la ocasión para culparle de robo y asesinato, siendo encarcelado por mandato del general Montes. Se le instruye proceso militar en cuyo sentencia figura: “Se ha seguido causa contra Jaime Alfonso Menor, de Crevillente (…) sobre robos en despoblado, por cuyo ha sido sentenciado a la pena de muerte en garrote” (Escudero Gutiérrez, 1983, 81).
El 5 de julio de 1824, Jaime es ajusticiado en la horca levantada en la plaza de Santo Domingo de Murcia. Al cadáver le fue aplicada una pena accesoria que no era inusual en la época, el cuerpo fue descuartizado y frito en aceite para una conservación más prolongada, con la intención de proporcionar un escarmiento ejemplar, exponiendo los trozos en lugares públicos de las poblaciones donde había efectuado sus fechorías. La cabeza, metida en una jaula fue exhibida en la plaza de Crevillente, la mano izquierda en la esquina de la cárcel de Jumilla, la mano derecha en el puerto llamado de la mala mujer, el pie izquierdo en la Cochera, es decir en el camino que conducía desde Aspe a Elche, y el pie derecho en el camino de Hondón de los Frailes a Hondón de las Nieves (Hernández Girbal, 1968, 182).
Placa conmemorativa en la Plaza de Santo Domingo. Fotografía procedente de:  http://academiasdeljardin.blogspot.com.es/2013/07/ajusticiado-alfonso-el-barbudo-en-las.html
El precipitado final del Barbudo no está suficiente clarificado. Pudo ser consecuencia de maquinaciones políticas absolutistas que pretendían eliminar a un incómodo aliado, con una enorme experiencia y destreza en el combate. Asimismo se aduce la posibilidad de que usara los galones para robar con mayor impunidad, como también pudo ser una venganza personal del general Montes ante una abierta enemistad con Jaime Alfonso. En este sentido apunta un articulista del periódico El Genio de la Libertad en 1839, esgrimiendo haber conocido al Barbudo, anotando: “No le sucedió a otro que conocí yo, que también ejercía su habilidad, el cual se llamaba Jaime Alfonso el Barbudo, pues el pobre se desavino con cierto personaje de Murcia, y le colgó sin tener consideración ni a sus barbas ni a la destreza con que había ejercido su ingenioso oficio[9].”
El excepcional castigo aplicado al cuerpo del Barbudo viene confirmado en un documento publicado por Cayetano Más. En un nuevo suplicatorio realizado por José Manuel Merino reclamando los honorarios pendientes de varios trabajos realizados en 1824, Merino expresaba: ”... en el día 15 de julio del mismo (sic), executó la sentencia de muerte de horca, desquartizó y fritos los cuartos a que fue condenado un reo llamado Jayme Alfonso el Barbudo (…) Además se me están adeudando 1.400 reales en la villa de Crevillente y 600 en la de Jumilla de la conducción y fixación de los cuartos del reo Jayme Alfonso” (Mas Galvañ, 1987, 125)
Camino entre los Hondones.  Fotografía procedente de: http://www.geocaching.com/geocache/GC3JWG2_vistas-de-hondon-a-hondon?guid=9269ddb6-2afa-4c60-bbe1-ca72c31f5488

Tras su muerte, Jaime Alfonso se convertía en un personaje mítico y legendario, recordado por sus innumerables hazañas en favor de los humildes. Tras la desaparición de Jaime, la inseguridad perduró profundamente arraigada en estas comarcas durante varios lustros. Delincuentes habituales y liberales huidos de la represión absolutista campeaban por doquier cometiendo robos y pillajes. Algunos antiguos camaradas de Jaime retornaron a la senda del bandidaje, refugiados en la Sierra de Crevillente. El 6 de octubre de 1824, el labrador José Rocamora se encontraba en su hacienda de la Armajaleta, emplazada a un cuarto de legua de la Granja de Rocamora. Fue raptado por cuatro individuos armados y conducido a la Sierra de Crevillente, afirmándose que los bandidos pertenecían a la partida que capitaneó Jaime Alfonso. Transcurridos  dos días, Rocamora retornaba a su casa sano y salvo. Otros integrantes de la banda apelaron al rey pidiendo clemencia, como el aspense Francisco Martínez Cremades –Frasquito el de la Morera– argumentando que se adhirió a la partida de Jaime Alfonso sin considerar las consecuencias, guiado por la intensa devoción a la Corona y por el deseo de derribar la lápida constitucional de Aspe, acción que felizmente pudo consumar[11]. El 27 de agosto de 1824 Fernando VII le concedió el indulto.
Transcurridos dos siglos, la fraseología popular de algunos pueblos todavía perpetúa la memoria de Jaime Alfonso. A la hora de referirse a una persona amante de lo ajeno o que cobra precios abusivos por un producto, en los poblaciones de Aspe o Elche continúa utilizándose la expresión: ¡Ese es más ladrón que Jaime el de la Sierra!, en la villa de Crevillente  se utiliza la expresión: ¡A robar a la Garganta!


BIBLIOGRAFÍA Y DOCUMENTACIÓN.
ALFONSO EGEA, Enrique (2001): “El bandolerismo: la figura de Jaime el Barbudo”. Revista de Semana Santa, pp. 143-148. Crevillente.
ARCOS MARTÍNEZ, Manel (2009): “Aproximació als aspectes socials del Bandolerisme Vuitcentista Valencià: el cas d’oliva”. Revista Cabdells VII.
ARDIT LUCAS, Manuel (1977): Revolución Liberal y revuelta Campesina. Un ensayo sobre la desintegración del régimen feudal en el país valenciano (1793-1840).
CANDELA BELÉN, Juan (1984): “Crónica Crevillentina. Descendientes de la familia de Jaime Alfonso El Barbudo”. Rev. de Moros y Cristianos. Crevillente.
CONDE DE CARNARVON (1967): Viajes por la Península Ibérica, pp-100-105, Taurus.
ESCUDERO GUTIÉRREZ, Antonio (1982): “Jaime el Barbudo: Un ejemplo de bandolero social”. Estudis d¨Història Contempòrania del País Valencià. Universitat de València, 1982.
HERNANDEZ GIRBAL, Florentino (1968): Bandidos celebres españoles. Imprenta Depón. pp. 131-183.
-         Riesgos y Aventuras de Jaime el Barbudo.
LÓPEZ PÉREZ, Alejandro (2005): La novela histórica y de aventuras en torno al bandolero Jaime el Barbudo. Realidad y ficción, temas e influencias en las obras de Ramón López Soler, Francisco de Sales Mayo y Florencio Luis Parreño. Tesis de Doctorado
MARTÍNEZ ESPAÑOL, Gonzalo (2010): “El Barbudo celebra San Jaime”. Revista de Semana Santa. Crevillente.
MAS GALVAÑ, Cayetano (1987): Un documento inédito acerca de la muerte de Jaime el Barbudo, Revista de Semana Santa, pp. 119-125.
-         (2000) “Sombras en el siglo de las luces. A propósito del bandolerismo en el Crevillent del siglo XVIII.” Revista de Semana Santa. Crevillente
RAMOS VIDAL, Juan Antonio (1980): Bandolerismo en la Comarca del Vinalopó (1813-1840). Alicante.
SÁEZ CALVO, José (2007): Jayme Alfonso el Barbudo, Murcia.
SOLER PASCUAL, Emilio (2006): Bandoleros. Mito y realidad en el romanticismo español. Madrid.

            ARCHIVOS
Archivo de la Diputación Provincial de Alicante.
Archivo Municipal de Elche.
Archivo Municipal de Orihuela.
Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional de España.
Prensa Histórica del Ministerio de Cultura. (BVPH)





[1] ADPA,  Actas del pleno de la Diputación … fol. 122/v.
[2] Ídem, fol. 126/v.
[3] ESCUDERO GUTIÉRREZ, Opus Cit. p. 81.  HDBNE, El Universal, 29 de marzo de 1923; BVPH, Diario Constitucional de Barcelona, 7 de abril de 1823.
[4] Ídem.
[5] BVPH, Diario Constitucional de Barcelona, 9 de abril de 1823.
[6] BVPH, Diario Patriótico de la Unión Española, 21 de agosto de 1823.
[7] BVPH, Diario Patriótico de la Unión Española, 07 de septiembre de 1823.
[8] HDBNE, El Semanario Murciano, 16 de febrero de 1879.
[9] HDBNE, El Genio de la Libertad, 5 de diciembre 1839.
[10] A. M. O. Legajo D-149, doc. 14.

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