viernes, 5 de febrero de 2010

CRISIS, CRISIS... ¿PERO QUÉ CRISIS? (1)


Ante el revuelo montado en torno a la crisis y sus secuelas, con el retraso de la edad de jubilación y otras lindezas, no me resisto a decir lo que pienso desde mi perspectiva de persona poco entendida y que no sabe callar (ingredientes básicos para terminar diciendo chorradas, como seguramente veremos). Hace algún tiempo dediqué alguna entrada al tema y se me quedó en el tintero una valoración más detallada: vista en general por todos como un fenómeno provocado por los “pelotazos” bancarios y el descontrol general en el crédito, por operaciones de ingeniería que hoy nos parecen auténticas barbaridades y hace tres años no tanto, pero hay mucho más. Si la crisis financiera ya ha pasado (según se dice pero no me lo creo) ahora precisamente se muestran las consecuencias derivadas de la crisis subyacente provocada básicamente por la irrupción de nuevas economías industriales (Méjico, Brasil, India pero en especial China, camino de convertirse en la primera potencia industrial mundial) que han ido provocando el encarecimiento general de las materias primas y han inundado los mercados de consumo de productos competitivos en el mercado vía precio. Y no se trata de que determinados artículos sean más baratos, es que la practica totalidad de los necesarios para la vida cotidiana están presentes y resulta posible por tanto un ahorro significativo de dinero: desde coches a ordenadores, lectores de ebooks, bombillas, zapatos, truenos, disfraces o globos. Hay de todo. Esta irrupción de productos a bajo precio viene produciéndose al menos desde la década de los 80. Las industrias manufactureras como el calzado desde el primer momento fueron dejando por ello de ser fuente de empleo para transformarse en fuente de desempleo (cierre de empresas y en muchos casos derivación de la producción a esas economías emergentes). Si la última industrialización en Europa correspondió a Italia, España y Portugal y esas economías estaban viviendo de la conquista de mercados vía precio ahora se encuentran con que se les paga con la misma moneda, con el agravante de carecer de capacidad de reacción ante el volumen y la importancia de las iniciativas. No solo son los productos, es que parece como si existiera una estrategia establecida desde los estados, en especial el chino, para dar salida a sus productos y establecer sus propias redes de distribución sustituyendo casi siempre las preexistentes, con lo que se corta de raíz la posibilidad de demandar y fabricar productos locales. Mientras, los estados occidentales, abanderados de la libertad de comercio, solo aportan más protección social y reclamaciones puntuales ante las deficiencias de algunos artículos.
En nuestro país buena parte del paro generado terminó en la construcción con el ingreso en la CE, al calor del ansia de casas en propiedad, de sol y vida relajada de la zona euro, quienes gracias a la política de endeudamiento fácil compraron casas. Al explotar la burbuja crediticia todo eso se ha venido abajo y hoy en día nadie compra viviendas ni por supuesto se construyen, con un parque más que notable de oferta en exceso, con hipotecas impagadas y abandono de viviendas. El frenazo en la construcción ha devuelto al paro a los que en su día fueron expulsados por los sectores manufactureros, incapaces de adaptarse a la presión de las economías emergentes. Una vez cerrada la opción de la construcción como vía de ocupación, con el resto de sectores productivos en retroceso como consecuencia de la bajada en el consumo de productos locales, queda un panorama incierto: no hay salidas globales fuera del subsidio, que cada vez es menos una solución y más un parche. No hay una economía emergente capaz de absorber el exceso de mano de obra; convertirse en autónomos o montar una pequeña empresa más que una opción de vida se convierte demasiado a menudo en una forma nueva de clandestinaje y trabajo en precario. Además, el cierre del grifo crediticio (intencionado o forzado: ya se sabe. No hay liquidez, pero e cuando apenas existe riesgo bancario no hay problema) impide de hecho esta salida, y se convierte en una dificultad añadida para salir de la crisis, ya que en ocasiones –demasiadas– pagan justos por pecadores.

He tomado prestada la viñeta de:
http://www.jrmora.com/
Cartel anunciador de unas jornadas sobre la crisis a celebrar en Elche en 2009. Lo cierto es que no conocía la ilustración, genial, por cierto.

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