lunes, 1 de julio de 2013

JAIME EL BARBUDO, SALTEADOR Y GUERRILLERO... / Gonzalo Martínez Español (2)

Contienda entre soldados y bandoleros. Urrabieta
Las valerosas acciones de los milicianos de Novelda. El aguerrido Juan Navarro.
  Un componente de la milicia de Novelda apelado Albert, conociendo la fuga de Marrana, y a sabiendas de que éste tenía esposa y amistades en Novelda, intuyó que el bandido intentaría retornar a su domicilio durante la noche, haciéndole espera en las cercanías del pueblo. El miliciano vio llegar a dos hombres con legones y espuertas, a los que dio el alto, reconociendo a su paisano. El bandido levantó su arma para intimidarle, pero Albert disparó hiriendo mortalmente a Marrana y capturó a su cómplice, que entregó a las autoridades de la villa[1].
            Mientras tanto, Jaime Alfonso y 21 secuaces campeaban por las cercanías de Cieza. El 25 de abril robaron a todos los transeúntes que viajaban por las inmediaciones, y en un embate contra la tropa hirieron a dos soldados, temiéndose por la vida de uno de ellos. A fines de mes, la milicia provincial de Murcia dirigida  por el capitán Caravaca, tuvo un nuevo encontronazo con la cuadrilla de Jaime en las inmediaciones de Cancaríx. Los malhechores se refugiaron apresuradamente en la Sierra, resultando herido alguno de los forajidos por los rastros de sangre que fueron dejando. La precipitada fuga hizo abandonar los pertrechos robados durante ese día, así como algunos efectos personales de los bandoleros, como sus sombreros[2].

            Durante la primavera de 1821, los alcaldes de Aspe y Crevillente mostraron evidentes signos de apatía en el acoso del Barbudo y su cuadrilla. Es probable que pesara en ellos el temor a posibles represalias o quizá le tributaban ciertas simpatías. Hernández Girbal reproduce varias misivas cruzadas entre Francisco Plasencia, jefe político superior de Valencia y varios alcaldes inmediatos a la Sierra de Crevillente. El 2 de mayo, el alcalde de Novelda, José Beneyto, comunicaba a Plasencia el establecimiento del Regimiento de Chinchilla en la villa de Elche consignado a la persecución de los ladrones y a auxiliar a los pueblos. En el mismo día, Beneyto concertaba una entrevista con el alcalde de Aspe en el confín de los términos, al objeto de coordinar acciones conjuntas para la captura de Jaime Alfonso. A dicha iniciativa debía sumarse el alcalde de Crevillente pero no había respondido a la convocatoria. El 6 de mayo, el primer edil crevillentino manifestaba cierto desinterés a su homónimo de Novelda, ya que para prender a Jaime expresaba: “no tienen VV. una necesidad de que nosotros les digamos la dirección que han de seguir, pues deben estar más enterados que nosotros de las gargantas y desfiladeros de su Jurisdicción y pasajes por donde algún tiempo puedan haber divagado estos forajidos”. Al mismo tiempo le hacía participe de una nueva entrevista tripartita de alcaldes convenida con Aspe, cuyo punto de reunión sería Hondón de las Nieves (Hernández Girbal, 1968, 164).


Sima-Cueva de Jaime el Barbudo en Hondón de los Frailes
   En torno al 15 mayo, el bravo miliciano Albert y sus compañeros –desde ahora denominado en la prensa Navarro alias el beato– estuvieron envueltos en una nueva refriega con los bandoleros. Varios facinerosos se habían aproximado a la villa de Novelda lanzando amenazas a los vecinos. Navarro y sus camaradas les hicieron frente repeliéndolos con un intenso fuego. De resultas fueron capturados dos miembros de la gavilla de Jaime. Uno de los bandidos falleció a consecuencia de las heridas y el otro fue recluido en la cárcel de Novelda bajo custodia de centinelas. La justicia de la villa no se aventuraba a trasladarlo a Elche, por temor a que fuera liberado por el Barbudo[3]. El 18 de mayo, la Capitanía General y el jefe político de Valencia notificaban su enorme satisfacción al alcalde de Novelda por las acciones de los beneméritos milicianos. El jefe político practicaría las gestiones pertinentes para que los milicianos obtuvieran alguna recompensa. Un nuevo comunicado del jefe político de Valencia signado el 22 de mayo, revelaba a Beneyto las órdenes trasmitidas al Coronel del Regimiento de Chinchilla. El principal objetivo era impulsar el acoso a los malhechores y dejar expeditos los caminos para el libre tránsito. Plasencia ordenó el posicionamiento de un escuadrón del ejército en Crevillente con el objeto de auxiliar al juez de 1ª instancia de Elche, que estaba instruyendo causa judicial contra el alcalde de Crevillente. Asimismo le informaba de la inminente entrega de 2.000 cartuchos y 50 fusiles y exigía que el alcalde de Aspe justificase los motivos por los que no se puso en contacto con Beneyto para la persecución de Jaime, y si éste no cumplimentase las órdenes, se le abriría causa judicial como al de Crevillente, junto a otras medidas adicionales (Hernández Girbal, 1968,166).
Contrabandistas


El diario El Espectador manifestaba que Jaime Alfonso se sentía fuertemente hostigado por las partidas que trataban de darle caza. El 11 de mayo, El Barbudo había reunido a sus compadres –según el periódico ascendían a más de 28 individuos–ordenándoles la dispersión, ya que resultaba imposible liberarse de los perseguidores si permanecían en un grupo tan numeroso. El corresponsal aseveraba que los bandoleros se habían diseminado por distintos lugares, y únicamente permanecían en la Sierra Jaime, su hermano José, Amorós y el sacristán de Crevillente. La misma crónica relataba las meritorias acciones del alcalde primero de Novelda y de su milicia local. Los soldados habían eliminado a Marrana, y en la ulterior confrontación hirieron mortalmente a Ñoreta y detuvieron a Bocaner, ambos compañeros de andanzas de Jaime desde hacía más de un lustro. Proseguía la causa judicial contra el alcalde de Crevillente, imputado por encubridor de bandidos, la superioridad le había ordenado coordinar la persecución de los malhechores con las autoridades de Aspe, Novelda y Monóvar, incumpliendo el munícipe la orden[4]. El articulista argüía en una nota al pie: “Se calcula en medio millón de reales el producto de los robos que ingresa en este pueblo [Crevillente]: he aquí la causa porque no persiguen a los ladrones”. El secretario de Estado remitió sus felicitaciones al primer edil noveldense y sus voluntarios armados. Por otro lado, Beneito era partidario de mostrar cierta benevolencia con el detenido José Onteniente, bajo el ánimo de obtener información sobre el Barbudo. El 29 de mayo, el jefe político de Valencia prometía librar de la pena capital a Onteniente si la información que éste suministrase permitiese prender a Jaime (Hernández Girbal 1968, 168).
Tras las bajas sufridas en las huestes del crevillentino a mano de las patrullas de Novelda, el Barbudo realizó una proclama jurando asesinar a cuantos vecinos de la villa cayeran en sus manos. Cundió el temor y la consternación en Novelda, algunas familias que necesitaban tomar los baños en Fortuna y Archena suspendieron su viaje y otras se concentraron en la villa acongojadas por las severas amenazas de los bandidos[5]. Puesto en conocimiento de  Plasencia, el 7 de junio ordenó las siguientes instrucciones: “que si quitase la vida a alguno de Novelda, particularmente a los Beato, colgará V. de un árbol al preso José Onteniente, aún cuando esto no debe hacerse, puede que esta amenaza le contenga…” (Hernández Girbal, 1968, 168).

            En tanto en Yecla andaban sorprendidos, aseverando que Jaime Alfonso debía estar enfermo, porque no había perpetrado tropelías en un mes. Desde fines de junio, las fuerzas gubernamentales tenían establecido un dispositivo de vigilancia con patrullas militares en torno a la Sierra de Crevillente, aprestadas para abortar cualquier tentativa de Jaime. Diariamente, varios destacamentos de soldados y miñones partían desde Aspe, Elche, Crevillente y Albatera efectuando recorridos por el interior de la Sierra de Crevillente.  Pese al dispositivo de vigilancia, el 17 de julio Jaime Alfonso desvalijó a unos catalanes que portaban cerca de 4.000 pesos, botín que en esa jornada aumentó hasta los 7.000 pesos, tras los asaltos efectuados a arrieros y carreteros[6]. Aunque el Barbudo había optado por un repliegue táctico, manteniéndose una temporada a cobijo con la finalidad de conjurar el inminente peligro, no desaprovechaba la oportunidad de obtener un suculento botín. El noticiero mostraba su desánimo afirmando: “De repente, sin embargo ha vuelto a aparecer y a vista, ciencia y paciencia de una multitud de patrullas que le persiguen, ha recogido en una sola hora más de 7.000 pesos ¿Qué espías y que bien pagados no debe tener el bandido, cuando osa presentarse en un terreno de solas dos leguas, paseadas a todas horas por gruesos destacamentos que no cesan de salir de Aspe, Elche, Crevillente y Albatera? La Sierra de Crevillente es otro Argel y así como el Argel de África llena de ignominia a los que toleran aquella guarida de piratas infames, así la sierra de la que hablamos es la mengua de las dos provincias de Murcia y Valencia, que no han podido exterminar a seis facinerosos, que cuentan más de 22 años de rapiñas y violencia.[7]
 Volvía a revelarse la impunidad con que obraba el bandolero, poniendo en entredicho la frágil seguridad que ofrecían las vías de comunicación entre los pueblos del Vinalopó con las zonas de Orihuela, Murcia y Cartagena, imposibilitando el libre tránsito de mercancías y viajeros, pese a los considerables gastos que suponía el mantenimiento de varios contingentes armados asignados ex profeso a la persecución del Barbudo. Hubo quien atribuía el fracaso del ejército al frecuente relevo de los destacamentos militares, ya que cuando un comandante adquiría la suficiente destreza y dominio del terreno en el que se desenvolvía El Barbut, era reemplazado por otro regimiento, teniendo que acomodarse nuevamente la tropa al terreno. A ello se unía el gran apoyo y protección que brindaban los habitantes de la zona al bandido crevillentino [8]
Se trató de realizar una suscripción popular con el fin de reunir 5.000 duros, y destinarlos a exterminar al Barbudo y su gavilla. El editor del diario popular de Murcia ofreció el monto de medio año de su diario para dicha colecta. Unos días más tarde, el desprendido redactor recibió una notificación del bandolero manifestándole: “que una noche entrará en Murcia y le arrancará de la entretela del corazón el importe de su oferta.[9]La cuadrilla de Jaime fluctuaba alrededor de los 28 individuos, el 26 de julio volvieron a enfrentarse a una partida de tropa. Crecía la consternación y el desánimo en los pueblos, cada vez era mayor el número de voces que reclamaban medidas enérgicas contra los ladrones[10]. Distintos rotativos publicaron un decreto emitido por el jefe político de Valencia, Francisco Plasencia signado el 7 de agosto de 1821. En el referido edicto el rey Fernando VII gratificaba a Juan Navarro, integrante de la milicia local de Novelda, por el mérito contraído al haber eliminado al famoso Marrana, integrante de la partida de Jaime. El monarca le concedía una gratificación de 10.000 reales de vellón, a la vez que ofrecía una recompensa de 30.000 reales por la captura del cabecilla Jaime Alfonso, 10.000 reales por cada sujeto que estuviera más de 4 años en la banda y 6.000 por los individuos que se hubieran  incorporado con posterioridad.  Medidas que pretendían el más pronto exterminio de la totalidad de la cuadrilla[11].

            El capitán Vicente María de Haro, consignado a la persecución de malhechores en el distrito de Crevillente hizo público el bando de Plasencia. El oficial había logrado prender un cañón que estaba oculto en Aspe, supuestamente para ser utilizado por los facinerosos en la conspiración descubierta en Murcia. Al mismo tiempo, las tropas del capitán habían atrapado a tres facciosos, declarando que Jaime habría caído en sus redes si no recibiera un permanente apoyo en multitud de pueblos, sumado a la escabrosidad del terreno y al perfecto conocimiento de la orografía que poseían los bandidos. De inmediato, Jaime dio un golpe sorpresivo raptando al hijo de Juan Navarro y demandando un rescate bajo amenaza de muerte. Simultáneamente, el capitán Haro detuvo a las esposas de algunos bandidos, Éstos le enviaron un mensaje indicándole que dejase en libertad a sus mujeres, ya que ellas nada tenían que ver con las acciones de sus maridos. El noticiero afirmaba que las consortes, intimidadas por el bando del capitán y temiendo sufrir la misma suerte que el hijo de Navarro, habían enviado emisarios a la Sierra para que respetaran la vida del muchacho, ya que ellas podrían perderla en represalia[12].
El mozo raptado contaba 15 años, Jaime solicitó al padre con urgencia un rescate de 2.000 pesos. Navarro debía abonar dicha suma en el perentorio plazo de 6 días, sino el chaval sería desollado. El beato tuvo que realizar vivas diligencias a fin de poder reunir tan importante capital, recibiendo ayuda de varios vecinos de Novelda. El Barbudo impuso la condición de que fuese el propio Navarro quien llevara el dinero a la Sierra,  marchando solo y sin escolta. Sin duda, un golpe efectista que manifestaba la audacia y el poderío de Jaime, sembrando el desconcierto y la inseguridad entre sus adversarios, a la par que burlaba las disposiciones gubernamentales difundidas para su captura[13]. Juan Navarro pudo recuperar a su hijo, no sin antes entablar negociaciones con el Barbudo para obtener una rebaja en el rescate, que finalmente se redujo a 900 pesos –13.500 reales de vellón–. Ciertamente, los acontecimientos tuvieron un resultado opuesto al apetecido, los 10.000 reales donados por la Corona para exterminar a la cuadrilla de Jaime, acabaron engrosando el bolsillo del propio Barbudo[14]. El caso del miliciano Navarro se ajusta al perfil atribuido a Jaime de bandido comedido en el uso de la violencia, Jaime no evidencia deseos sanguinarios de venganza por las muertes de sus compañeros, sino que se conforma con la obtención del dinero.
Los tribunales de justicia se mostraban inflexibles con los bandidos apresados. Un integrante de la partida de Marrana apelado Follana, fue fusilado el 25 de agosto en la villa de Elche. Hombre de avanzada edad,  se mantuvo obcecado en no declarar hasta el último momento, cediendo ante la inminencia de la muerte.
El periódico el Universal emitió un artículo rebajando los denuedos del capitán Haro, destinado al acoso de los bandoleros en las comarcas del Vinalopó. El comentarista exponía que el oficial que había asumido este destino hacía dos semanas, y que buena parte del mérito era obra del jefe político de Murcia y de los oficiales precedentes. Reprodujo el despacho emitido por el comandante general de Murcia, relatando que cuando Jaime capturó al hijo de Juan Navarro, comunicó mediante el vicario de Hondón de los Frailes, que le remitiesen 900 pesos de rescate o le fusilaba. El comandante de Murcia ordenó al capitán Haro la inmediata persecución del bandido apoyado por 20 soldados, 2 cabos y 1 sargento del batallón de Cataluña. Asimismo dispuso que el capitán Joaquín Cros, oficial de la partida volante, pusiera de inmediato en prisión a las esposas de José Alfonso y de Pepet, integrantes de la banda, y que si el muchacho era fusilado, éstas también lo serían. De igual modo, manifestaba que el cañón hallado en Aspe por el juez de primera instancia de Novelda, fue consecuencia de las declaraciones de José Onteniente, alias Baboset, camarada de Jaime y preso en la cárcel de Novelda. En la comarca venían operando tres contingentes militares junto al regimiento provincial de Chinchilla, diseminado en pequeñas unidades para proteger a los caminantes. Estos contingentes militares habían realizado una batida en unión de las milicias locales de los pueblos sin obtener frutos. Los nulos resultados debían atribuirse a la huida de Jaime de la zona y no como argumentada el capitán, a la falta de unidad en el mando, y que a juicio del articulista escondía el anhelo de Haro por recibir el exclusivo mando de las tropas que acechaban a los bandoleros[15].
Un destacamento militar entabló combate el 4 de septiembre contra Jaime y su banda, se desarrolló un intenso fuego cruzado que se prolongó más de una hora. Finalmente las huestes del Barbudo optaron por retirarse y abandonar diversos pertrechos (armas, mantas, sombreros). La cuadrilla había sufrido una baja y dos heridos graves que fueron apresados por la tropa, éste tropiezo daba aliento a sus perseguidores[16]. El capitán general de Valencia refería en un parte emitido el 8 de septiembre:”…la cuadrilla del bandido Jaime Alfonso acaba de tener tres bajas de consideración, pues a las 2 de la noche del día 3 del actual –madrugada del día 4–, a un cuarto de legua de la villa de Crevillente, fueron aprehendidos los individuos Sacristán y Matamoros, y muerto felizmente el Mangranero. Esta acción digna del agradecimiento de la humanidad, se debe a la bizarría del capitán don Vicente María Haro, a los cabos Vizcon y Carlos Ventura, y a los granaderos Bustos y Sobrino, todos del provincial de Alcázar de San Juan, quienes además rechazaron por dos veces al resto de la cuadrilla que intentó apoderarse de los presos[17] “. A las bajas sufridas en la refriega con la tropa, se sumó la rendición voluntaria de dos acólitos de Jaime a las autoridades de Elche unos días más tarde[18]. Daba la impresión de que se abrían fisuras en la banda del Barbudo, dando aliento a las autoridades que vislumbraban alguna esperanza de finiquitar a Jaime. Los secuaces apresados fueron juzgados sin dilación por un tribunal militar y condenados a la pena capital. La Comandancia General de Valencia emitió un comunicado el 21 de noviembre, dando cuenta de un oficio emitido por el jefe militar del Cantón de Elche.  El informe notificaba que en cumplimiento de sentencia, el 14 de noviembre habían sido fusilados junto al Calvario de la villa de Crevillente los facinerosos Sacristán y Matamoros, compañeros del bandido Jaime Alfonso, capturados por la partida de tropa dirigida por el capitán Vicente María Haro[19].



[1] HDBNE, Miscelánea de Comercio, Política y Agricultura, 29 de abril de 1821.
[2] BVPH, Diario Constitucional de Barcelona, 17 de mayo de 1821.
[3] HDBNE, Miscelánea de Comercio, Política y Agricultura, 24 de mayo de 1821.
[4] HDBNE, El Espectador 25 de mayo de 1821.
[5] HDBNE, Nuevo diario de Madrid, 9 de junio de 1821.
[6] HDBNE, Miscelánea de Comercio, Política y Agricultura, 26 de julio de 1821.
[7] HDBNE, Miscelánea de Comercio, Política y Agricultura,  5 de agosto de 1821.
[8] HDBNE, El Universal, 6 de agosto de 1821.
[9] HDBNE, Miscelánea de Comercio, Política y Agricultura. 28 de julio de 1821.
[10] Ídem.
[11] HDBNE, Nuevo Diario de Madrid, 13 de agosto de 1821; Miscelánea del Comercio, Política y Agricultura, 15 de agosto de 1821; El Universal, 15 de agosto de 1821.
[12] HDBNE,  El Universal, 18 de agosto de 1821.
[13] HDBNE, Miscelánea de Comercio, Política y Agricultura,  16 de agosto de 1821.
[14] HDBNE, Miscelánea de Comercio, Política y Agricultura, 1 de septiembre de 1821.
[15] HDBNE, El Universal, 2 de septiembre de 1821.
[16] HDBNE, Miscelánea de Comercio, Política y Agricultura,  9 de septiembre de 1821.
[17] HDBNE, Miscelánea de Comercio, Política y Agricultura, 15 de septiembre de 1821.
[18] HDBNE, Miscelánea de Comercio, Política y Agricultura,  16 de septiembre de 1821.
[19] HDBNE, El Universal 29 de noviembre de 1821.

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