miércoles, 9 de mayo de 2012

El Mercado Central de Abastos de la ciudad de Elche, antecedentes históricos y entorno urbano / Gregorio Alemañ García (1)



 PRESENTACIÓN

Anunciado en su día a bombo y platillo, el proyecto del nuevo Mercado Central del PSOE se ha esfumado con la marea electoral de las últimas elecciones locales. Al margen de cualquier opción que se adopte en un futuro, incluso la prolongación de la decrepitud actual o la remodelación más ambiciosa que uno se pueda imaginar, lo cierto es que el edificio ocupa un lugar central en la población. Tendemos a creer que siempre hubo un mercado en ese lugar, entre otras cosas porque en general apenas sobrevivimos al espacio y a las funciones sociales que se les asigna y porque entendemos que esa función debe ocupar el centro del entramado urbano como el que actualmente ocupa; sin embargo los tiempos hacen cambiar el diseño y el uso de los espacios e incluso provocan la desaparición de algunas funciones sociales que antes ocupaban el centro físico de la urbe. A las pruebas me remito, basta mirar a nuestro alrededor: nuevos y viejos espacios, nuevas y viejas centralidades, nuevos y viejos usos y funciones sociales han aparecido o / y desaparecido en escaso tiempo en un discurrir vertiginoso aunque a algunos pueda parecer lento

El trabajo que ahora se inicia (en varias entradas) me parece una reflexión central, valga la redundancia, en diversos sentidos pero en especial porque el futuro de nuestra ciudad, del planteamiento urbanístico del Elche del siglo XXI pasa por las soluciones que se adopten para esta parte de nuestra ciudad; tampoco creo que todo pase por ahí como algunos pretenden, pero es cierto que su talante, la proyección o la fachada que adopte va a pasar en cualquier caso por la solución que se dé a tan singular emplazamiento. Otras ciudades, que no mencionaré por no herir susceptibilidades evidencian en su centro una situación de crisis lastrada  más o menos manifiesta o en otros casos su éxito más o menos relativo. En medio queda como siempre nuestra incompetencia histórica, esa vieja manía local por destrozar aquello que nos hace únicos. Por todo eso y más es fundamental el ensayo, pero también porque quien lo escribe es un técnico comprometido con el patrimonio local, adornado por lo que se deduce de la lectura del trabajo de una buena dosis de sentido común que quizás en demasiadas ocasiones se echa de menos por aquí, así que además de ser un trabajo inédito (lo que para el blog supone una cierta mayoría de edad ya vislumbrada en las entradas de características similares de otros autores -para mí- consagrados) es material de primera mano para la reflexión desde múltiples puntos de vista especialmente ahora, se aborden o no cambios en el edificio y en su entorno. Por eso estoy poniendo un especial cuidado en su edición: una monografía  con más de setenta páginas que incluye 71 ilustraciones, fotografías con notas y extensos títulos explicativos, mapas, planos y documentación técnica a veces fundamentales para la comprensión del texto y de las ideas subyacentes, unas 50 citas bibliográficas, y una maquetación precisa. Todo ello se ha convertido en una dificultad importante y un reto ambicioso  para poder reproducir el artículo que es además el texto más largo que se va a publicar en el blog.
Para el curioso espectador, debido al enorme interés del tema he decidido mantener en lo posible la riqueza del documento original respetando el texto “impreso” en su totalidad y en otros aspectos, aunque no siempre se ha conseguido.  No obstante me consta que hay otro trabajo más amplio y detallado pendiente de publicación, que espero rectifique mis meteduras de pata y mejore (seguro) lo que ahora se plantea.

La primera parte contiene el resumen, el preámbulo y los apartados 1 a 4 inclusive


RESUMEN
El entorno urbano que circunscribe el edificio del Mercado de Abastos, sigue siendo en la actualidad el núcleo central de la ciudad, consolidado con el paso del tiempo, como escenario aglutinador de su vida cultural, social, política y económica. Se puede considerar en sí mismo, como el centro histórico en la vertebración de la identidad de este pueblo, y en particular como espacio nuclear diferenciador del mismo.
Sin embargo, la singularidad de este ámbito, su alto valor patrimonial y etnológico, así como su influencia en la dinámica socioeconómica del resto de la ciudad y sus tradiciones, no se han correspondido con el trato urbanístico recibido, cuya indecisión y falta de criterio ha provocado un continuo deterioro espacial y la pérdida progresiva de sus valores patrimoniales.
El estudio de la evolución y la transformación de este emblemático entorno y sus implicaciones a lo largo de su historia, debería ser el antecedente para mejorar ese vacío sobre cómo se debe intervenir en él, problemática todavía sin resolver.


1.      Preámbulo.

Las plazas públicas yuxtapuestas y confundidas con la actividad del mercado, han sido desde antaño el nodo de concentración urbana y escenario aglutinador de diálogo y encuentro de la vida cultural, social, política y económica de las ciudades.
La plaza del mercado nace con el mismo asentamiento del pueblo y conforma a su vez, tanto el espacio público nuclear de la ciudad, como el vínculo social y cultural entre la urbe desarrollada y el campo que la abastece, a la par que supone la conexión y relación con otros pueblos y ciudades. Más allá de su propia actividad mercantil o de su influencia socioeconómica en la configuración y planificación de la ciudad, este espacio se ha consolidado principalmente como soporte material de un complejo sistema de relaciones sociales, tradiciones y costumbres, donde la relación entre ambos términos (espacio y sociedad) se complementa y condiciona a lo largo de toda su historia, fundiéndose como elemento unificador e identificador de su sociedad.
Con la ampliación de la ciudad y la creación de nuevos focos de centralidad y modernidad, la función tradicional de este espacio irá perdiendo su protagonismo inicial, lo que supondrá el comienzo de una larga agonía frente a estos nuevos intereses y formatos comerciales que no saben o no quieren asumir este legado. Esta situación prolongada en el tiempo, generará un lento y progresivo deterioro espacial de su entorno relacionado, provocando una pobreza urbana que se caracterizará por la falta de inversión y de recursos en la zona así como un envejecimiento y estancamiento, tanto de su población como de sus construcciones. Esta situación se verá agravada a su vez, por la dejadez y marginalidad propia de la actividad del mercado (abastecimientos, limpieza, etc.), que desmotiva igualmente cualquier planteamiento de inversión.
A partir de aquí, serán muchas y variadas las propuestas urbanísticas planteadas (tal vez sin demasiado convencimiento), para intentar mitigar este problema en un entorno urbano que, por otro lado, sigue siendo el escenario activo más representativo de tradiciones y actos sociales en general. A lo largo del tiempo, se sucederán una serie de propuestas, en su mayoría de carácter parcial, indecisas y faltas de criterio, que incluso se repetirán como experimentos frustrados en un intento de aliviar este prolongado trance, provocando en mucho de los casos, el efecto contrario.
Un entorno urbano degradado y desvalorizado, problemático por su indefinición como espacio no resuelto, es un problema social y económico para la administración, y no tardará en convertirse en candidato óptimo para, previa las concesiones legales, políticas y económicas necesarias, ser cedido al capital privado para que sea éste el que lo explote como recurso.
Paradójicamente, cuando ya casi se da por perdida la funcionalidad comercial tradicional (controlada por la municipalidad), y el propio edificio del mercado se encuentra nuevamente abatido por el uso e inmerso en un espacio deteriorado y consecuentemente desvalorizado económicamente, es cuando la inversión privada, consciente de la singularidad del sitio como referente urbano, arraigado en la población y fácilmente identificable por sus valores culturales, en el qué de alguna manera, todos nos identificamos, invierte e impone sus condiciones: asume su coste con las concesiones previamente establecidas y lo reconvierte nuevamente, en un espacio “atractivo” para al negocio, para el mercadeo, en este caso, privado.
Sin embargo, es difícil desligar de este espacio concreto, sus aspectos meramente urbanísticos o arquitectónicos, de lo que en sí representa como espacio cultural, social y tradicional, sin que se corra el riesgo de afectar o menoscabar a estos mismos valores que por otro lado, lo identifican. El escenario urbano influye y está inexorablemente relacionado con su función y contenido social y tradicional.
El estudio de la transformación y evolución de este emblemático entorno a lo largo de su historia, así como el análisis de actuaciones similares realizadas en otras ciudades, debería ser antecedente obligado para cualquier propuesta de actuación sobre el mismo. La experiencia acumulada es la mejor herramienta para analizar los riesgos y consecuencias que pueden suponer su intervención, como referente útil para mejorar ese vacío sobre cómo se debe plantear su ordenación, problemática todavía sin resolver.

Fotografía aérea del entorno del Mercado central de Elche.
http://www.bing.com/maps
2. Delimitación del espacio urbano relacionado.

El entorno urbano relacionado con el edificio del Mercado Central de Abastos y la actividad que este genera, abarca principalmente el espacio de las plazas que lo delimitan, de Menéndez y Pelayo y la Fruita a poniente y de las Flores de mayor dimensión a levante, junto con las calles que las unen al norte, sin nombre específico y al sur, calle del Pintor González, así como los accesos peatonales entre el paseo de Avelino Rubio, calle Ánimes, y la calle Alvado, ambas como prolongaciones de la plaza de las Flores.
Completan el espacio las calles de acceso a estas plazas, destacando en ambos extremos, por un lado el Carrer Major de la Vila como eje de comunicación principal con la ciudad histórica al norte y por otro, la calle de la Victoria al este y la del Salitre al oeste, como nexos de unión con el sur de la ciudad, por la Corredora y la Pasarela del Mercado y el Pont Nou, respectivamente.
La plaça de Baix y el tramo de la Corredora hasta la calle Victoria, están íntimamente relacionados con el entorno definido del Mercado, tanto históricamente como funcionalmente en su actividad comercial. Unidas por la puerta o lonja de Guardamar y el propio edificio del Ayuntamiento, pudiera considerarse en su conjunto como un único entorno común, si bien el tratamiento urbano otrogado, ha entendido ambos espacios con una relevancia propia que los significa y particulariza, dotándoles de identidad urbana diferenciadora.

 3. Antecedentes Históricos.
3.1. Introducción.
El recinto de la antigua Villa de Elche conocido como la Vila Murada (Villa amurallada), sigue siendo en la actualidad el núcleo central de la ciudad, como a su vez, la zona situada al suroeste de la misma coincidente con entorno delimitado y la plaça de Baix, concentra todavía su potencial destacado como espacio comercial relevante en el conjunto de la ciudad actual.
Desde su fundación a mediados del siglo VIII como ciudad islámica (1) y su consolidación progresiva en siglos siguientes (s. IX-XII) en los que convive con la antigua colonia romana de Ilici Augusta (la Alcudia), este asentamiento y particularmente este ámbito, supondrá un foco de atracción como el centro del desarrollo de actividades sociales, económicas y políticas de la ciudad, afianzándose progresivamente con el paso del tiempo.
Aquí se ubican y consolidan progresivamente desde entonces, por un lado tanto las instituciones políticas con la Casa Consistorial (Torre del Consell), edificios y palacios nobiliarios, elementos singulares y patrimoniales como ermitas, fuentes, la propia Acequia Mayor, almazaras, molinos y mesones, la Lonja de frutas y verduras y el siempre presente Mercado, al aire libre o en recinto cerrado, a ambos lados de la muralla y coincidente con uno de los accesos principales de la ciudad por el sur, como era el Camino de Orihuela por la Puerta de Guardamar, todavía existente.
Por otro lado, en sus espacios libres se desarrolla una intensa actividad comercial, social y tradicional como centro de reunión y encuentro, interrelacionadas entre sí, abarcando desde la subasta del agua de riego de la acequia Mayor, hasta el paso obligado de procesiones y manifestaciones sociales, generando con el tiempo gran parte de los hitos de nuestra historia, como propios y diferenciadores.
Estos espacios particulares y a la vez integrantes de un entorno común, terminarán fosilizándose genéricamente como la plaza del Mercado, manteniendo siempre una íntima relación, con el resto de los espacios públicos más relevantes configurados en relación con los accesos a la Vila, tanto a intramuros, correspondientes por un lado, al norte con la Placeta de Santa Isabel y Plaza de Santa María (actual plaza del Congreso Eucarístico), y por el otro, la Plaza de la Fruita (de Dalt, o de Menéndez Pelayo), que con el tiempo irían cediendo protagonismo a sus correspondientes plazas a extramuros: Plaza de la Merced, de la Fregassa, de la Glorieta y del Espart al este y la Plaça de Baix al sur.
La plaça de la Fruita será la plaza mayor de la Villa hasta todo el periodo de la edad Media, cediendo este protagonismo en beneficio de la plaça de Baix, hacía el siglo XVIII.

Fragmento del plano “Topografía e iconografía del plan de Elche, en donde se muestran todas sus partes, entradas i salidas”, por Porras.Finales s.XVIII.(Entre otros: 12.- Plaça Major, 15.- Ermita de San Jaime, 28.-Plaça de la Fruita y fuente,  30.- La Pescadería) Ref.: Archivo del Servicio Geográfico del Ejército, nº 354.
3.2. La Vila Murada.
La primera reseña que se conoce de la ciudad islámica es la realizada por el geógrafo árabe Al-Edrisi a mediados del siglo XII (1154), donde nos describe la Vila Murada como una ciudad amurallada y atravesada por un canal derivado del rio, que sirve para alimentar los baños, y pasa por el sûq (mercado) y las calles de la ciudad.
El recinto urbano amurallado permanecerá prácticamente en su estado inicial, hasta bien consolidada la reconquista de catalanes y aragoneses con la consiguiente expulsión de los árabes, manteniendo sus accesos principales: uno al levante al camino de Alicante, al parecer de mayor relevancia, con la Puerta Lucentina o de la Calahorra, junto a la fortaleza del mismo nombre, dando acceso directo a la zona de baños y cementerio en extramuros así como a la Mezquita en el interior; y el otro, al medio día al camino de Orihuela, por la Puerta de Alona o Guarda el Mar (Guardamar), actual Ayuntamiento, en la zona que nos afecta.
La ordenación de la ciudad musulmana con calles estrechas e irregulares, callejones sin salida en fondo de saco y sin alineaciones regulares, no responde a una trama ordenada. La propia plaça de la Fruita estaba configurada inicialmente como un espacio cerrado, sin una ordenación definida, cerrada al sur (Puerta de Alona) y al río, con el carrer Major de la Vila de acceso principal norte-sur y algunos callejones al oeste con un posible adarve hacía el cauce, según se desprende de los planos de Porras y Coello.

Sin embargo, el aparente desorden urbano contrasta con la ordenación y dedicación comercial en barrios gremiales que se agrupan en zonas concretas de la ciudad. En 1269, el Infante don Manuel, confirma el reparto de casas y habla de “las tiendas de los obradores (talleres) que son dentro de la villa et las tablas de la carnicería et de la pescadería…”.
En este periodo, sería en el entorno de la actual plaza de Santa María, como era usual frente a las mezquitas, el espacio que serviría de sûq, con comercios permanentes o provisionales, si bien la antigua alcaicería (alqaysar), como espacio autorizado de comercio al por mayor, podría corresponderse con la Plaça de la Fruita como una pervivencia del zoco musulmán, instalado frecuentemente en los espacios libres junto a las puertas de acceso a la ciudad (2).


Fragmento Reconstrucción de la Vila Murada (finales s.XII), superpuesto sobre la ordenación urbana actual.
Ref.: Datos arqueológicos: "Las murallas islámicas de Elche. Primeros datos arqueologicos”,1991; BORREGO COLOMER, M. y SARANOVA ZOZAYA, R.
3.3. Expansión de la Villa.
El recinto de la Vila Murada en general, empezó a sufrir modificaciones en su trazado urbano desde los años inmediatos a la reconquista cristiana (3), si bien sería en los siglos posteriores y sobre todo en el s. XVI cuando las reformas son más numerosas y de más envergadura.
La ciudad musulmana, limitada al oeste y norte por la rambla y los huertos de palmeras respectivamente como barreras naturales, se desarrolló urbanísticamente hacía las zonas del sur y el este coincidentes con sus accesos principales e influenciada por lo que sería la Morería (4) después de la conquista cristiana (al sur de la “Pobla de Sant Jordi”), la iglesia del Salvador y el camino de Orihuela al medio día, y el Convento de la Merced y Santa Clara así como el camino de Alicante, a levante.
Inicialmente el abandono de las casas del interior del recinto amurallado fue provocando un asentamiento urbano de carácter defensivo, junto a los extramuros de la muralla que más tarde se desplegaría hacía el Arrabal de San Juan (s. XV, hacía 1731).
Las plazas del recinto murado eran pocas y de reducidas dimensiones, destacando significativamente la Plaça de la Fruita, “en esta época Plaça Major o de la Vila, cuyo título se extendía a la puerta que le da acceso al exterior…” (5). A principios del siglo XIV, esta plaza estaba porticada con porches de madera y en 1370 se habla de una plaza ante la pescadería, posiblemente alineada con la Séquia Major (6). Debe hacer referencia a la plaza Nueva (parte de la actual de las Flores), que queda recogida en el plano de Coello, así como el Matadero y Carnicería (7) ubicados en la plaza de la Fruta (18 en el plano), a los que probablemente hiciera referencia el Infante don Manuel en 1269.
Por otro lado, a mediados del siglo XIV se hace referencia (8) a la existencia de una Pescadería en la Plaza de la Fruta, que más tarde (sobre 1914) sería la posada de la Cort en frente de la cual, existía un frondoso árbol conocido como “la olmadonde se realizaba a su sombra, en un banco circular que rodeaba su tronco, la subasta de las aguas de la acequia Mayor. No hay que confundir este árbol, con aquel otro gran ejemplar, en este caso de eucaliptus, que existió en tiempo muy posterior, en el patio de una de las casas ubicadas en este frente, pero que igualmente caracterizó la zona en su época.

3.4. Comienzos del ordenamiento urbano.
A mediados del siglo XVI en la ciudad de Elche en general y el ámbito que nos atañe en particular, se llevaron a cabo importantes actuaciones urbanísticas, así como la construcción de nuevos y relevantes edificios (sobre todo eclesiásticos y de la nobleza), denotándose además, una preocupación por la ordenación y el ornato urbano.
Destaca la prolongación de la Corredora hasta la calle de Puente Ortices (Acta capitular del 30-8-1593) como infraestructura relacionada con el entorno que nos afecta y sobre todo, las actuaciones urbanísticas llevadas a cabo en el mismo.
Es en el entorno de la Plaça de la Fruita (también conocida como Plaça Vella o de Dins) como espacio intramuros, junto con la Plaça Nova (de Fora o de Baix), fuera de la Vila, ambas separadas por la muralla y conexas por la puerta de Guardamar que las comunica, donde se concentra la mayor actividad social y comercial de la ciudad. Será aquí donde se acentúen las mayores preocupaciones políticas en la ordenación urbana y estética de ambas plazas, emprendiendo por el Concejo una serie de obras y actuaciones para intentar mejorar sus condiciones urbanísticas.
Desde entonces hasta la fecha, en el entorno que nos atañe y concretamente en la Plaça de Fruita, se sucederán las propuestas para intentar conseguir este fin.
En lo que respecta a esta plaza, el 26-9-1595 el Concejo ordenó “… que la troneta del aygua, botiga de Andreu García y de Gaytan que aquells tenen de dita vila fosen derocades y higualades ab la plaça major de la present vila pera hadorno y examplaçio de aquella…” (9) En 1596 se demolerán los porches que al parecer existían frente a unas cuatro casas con fachada a esta plaza. Una vez derribados, se ordenó a sus dueños, hicieran el “antepit” (antepecho) en sus fachadas y “totes les obrades de una manera y de un mateix adorn” (10). Este mismo año, se prohibirá tender la ropa en los terrados y porches de la plaza pues, “mostren ser quarts de penjats en desador de dita vila y sobre dits terrats possen lenya y altres coses indecents” (11)
Según las mismas fuentes, todavía en 1613, pese a la crisis que supuso la expulsión de los moriscos, el Concejo continúa con los gastos en esta plaza y adquiere para su derribo, cinco casas más con fachada a la misma.
Por otro lado, la Plaça de Baix empieza a tener una mayor relevancia urbana, frente al espacio intramuros (que seguirá manteniendo la indefinición en su configuración), a partir de las obras de edificación de la Torre del Consell en el año 1441 y la ubicación en ella de las Salas Capitulares, con el consiguiente realce de la Porta de Guardamar que se consolida como hito urbano y principal puerta de acceso a la ciudad.
Esta plaza cobra su total importancia al abrirse a poniente, hacía el cauce (hasta la fecha cerrada), con la apertura de la carretera de Crevillente y la ejecución del Puente de Canalejas o Pont Nou construido en 1912, consolidándose definitivamente como centro neurálgico de la ciudad, mientras que el espacio interior (la Plaça de Dins), adquiere progresivamente un papel más secundario frente a esta.
La estructura urbana en este período de expansión, se consolida a extramuros en los dos espacios públicos que centrarán la vida social, políticas y festiva de la ciudad: por un lado la Plaça de Baix y por el otro, el Passeig de les Eres de Santa Llúcia y la Plaça de la Mercè. La estructura urbana se basada en dos ejes de dirección este-oeste, Plaza de Baix y la Corredora, junto con Troneta y la actual calle Hospital (antes, calle de los Árboles) y que se completará más tarde en el siglo XIX, con la creación de la Glorieta y la Plaza de Santa Isabel y Plaça del Palau a intramuros, al norte.
El espacio público intramuros, diferenciados de los anteriores por su función principalmente comercial y configuración más irregular, quedan definidos por las mencionadas: Plaça de la Fruita, de las Flores y de la Fregassa, así como por el carrer Major de la Vila, como eje de comunicación principal.

4. El espacio del Mercado.

Tradicionalmente la actividad del mercado se ha celebrado desde los orígenes de la ciudad actual, a ambos lados de la muralla en los espacios libres de ambas plazas, de Baix y de Dins o de la Fruita, como reminiscencias del zoco musulmán que fueron en su día, consolidándose en los distintos edificios construidos a tal fin y reuniendo a su alrededor, las edificaciones más emblemáticas y características de la ciudad.
La institución de la feria quincenal de San Andrés, concedida como privilegio de Jaime II de Aragón el 31-5-1322, y la posterior autorización por Real Provisión al mercado franco en la ciudad en 1767, supondrá un impulso significativo en lo referente a la importancia de la actividad comercial en esta zona de la ciudad, que irá aumentando en número de feriantes y variedad de productos progresivamente. Inicialmente, el mercado se celebraba los sábados (como en la actualidad), en la plaza de la Merced, trasladándose al año siguiente en 1777, a la entonces plaça Major (posteriormente de la Fruita).
Indicadores de la intensa actividad comercial de la ciudad en estas fechas, al margen de la propia del mercado, son por un lado, el elevado número de establecimientos existentes, así como de un considerable aumento de la venta callejera; y por otro, el planteamiento de la construcción de un muelle en el embarcamiento de Santa Pola, a finales de este siglo.
La Fira de Sant Andreu, conocida también como la Fira del Franch, se realizaba en la plaça de Baix y en sus calles colindantes, aumentando progresivamente la gran variedad de oferta y necesidad de ocupación de comercios. En un intento de ordenar la zona de ventas, entre 1749 y 1766 se designan distintos espacios urbanos según los géneros o productos a vender. Así pues, se ubica la venta de espartos “y demás obra de Crevillente” así como el “carbón y la yerba” de Orihuela, en la Plaza del Puente; los “pimientos, verduras y otras cosas”, en la Plaça de la Fruita; los salazones, por la estrechez de la pescadería, se sacarán fuera, “desde la esquina de la Correora hasta la puerta de dicha pescadería” (12).
Posteriormente en 1816, la venta de esparto pasará a la Plaça de les Barques y las caballerías y “ramaderías” a la Plaça del Pont.
Con la suspensión de esta feria a partir de diciembre de 1910, la Plaça de la Fruita afianza su carácter originario eminentemente comercial, consolidando este espacio y posteriormente, el resto de su entorno a intramuros, como la zona donde se concentrará de forma exclusiva la actividad del Mercado de Abastos, uso definitivamente descartado de la Plaça de Baix.
Esta situación provocará la disociación entre ambos espacios, que se incrementará con el tiempo, tanto en lo referente a la coherencia y cuidado de su ordenación, como a la atención en su urbanización y calidad arquitectónica de las edificaciones que las delimitan, al igual que ocurrirá en sus vías principales de acceso, la Corredora y el carrer Major de la Vila. A partir de aquí, el ámbito urbano del Mercado Central, iniciará su lento y progresivo deterioro espacial, acumulando propuestas para intentar subsanarlo.

4.1. La Pescatería Vella y Pescatería Nova.
Junto con las referencias ya mencionadas de la existencia de una pescadería en la plaça de la Fruita (en sus inicios: Plaça Major o de la Vila), correspondientes a los años 1269 y 1370, Ibarra en 1895, describe la pescadería que existió junto a la casa de la Cort como "un pequeño pabellón o marquesina mantenido por pilares ochavados. Las piedras de estos pilares aún se ven en la pared que se construyó a línea con la antigua pescadería, situada al norte". Pudiera ser, como apunta igualmente Gaspar Jaén (13), que antes de la construcción de la pescadería de 1745, existiera ya este tipo de establecimiento en esta plaza, incluso que ésta, hubiera cambiado su emplazamiento hacía la casa de la Cort, al sur de la misma plaza, siendo el antecedente de la del siglo XVIII, de la que sí se tienen datos suficientes para su identificación.
La antigua pescadería del siglo XVIII se encontraba situada a extramuros, en la plazuela de San Roque, “junto a la fuente de San Roque, en la acera este de la Plazuela de la Pescadería” (14), pasando a denominarse desde su ejecución, como la replaceta de la Pescadería o carrer de la Pescatería. Posteriormente mantendrá el nombre como carrer de la Pescatería Vella y actualmente es conocida como Carrer de Aurelià Ibarra, al sur de la Calle de la Victoria.
Construida en 1745 debía estar finalizada para el 3 de agosto de ese año, según las instrucciones recogidas en los “Capítulos para la construcción de la nueva Pescadería en la Plazuela de San Roque de esta Villa” (15).
Sería necesario cubrir mediante bóveda, la caja de la acequia Major que mantendría su cauce. El edificio, posiblemente adosado a una de las fachadas existentes, estaría formado por “siete arcos, cinco en la testera de la pescatería, y los dos a los lados con los pilares correspondientes según la planta, haciendo los pilares de las dos esquinas de piedra fuerte hasta el tercio del arco”. La obra irá rematada sobre los arcos con un antepecho adornado con “quince pirámides a trechos proporcionados para el adorno de la fábrica”. Igualmente, encima del arco de la entrada se adornará con una talla con “las Armas de la Ilustre Villa, de cinco palmos de alto y tres y medio de ancho”. Tanto los arcos, pilastras y antepechos “debían ser de piedra franca de la mejor calidad”.
Esta construcción perdurará hasta su desmantelamiento y construcción de la Nueva Pescadería (Pescateria Nova) que la sustituirá a partir de 1845, en una nueva ubicación.
A raíz del derribo de la Ermita de San Jaime (1437-1812) y varias construcciones de la calle Ánimes y la Ereta Alta, se regularizan las alineaciones de sus fachadas, dando forma a la Plaça Nova o del Mercat, actual Plaza de las Flores.
En 1838 se propone la construcción de una nueva Pescadería en este espacio resultante, más holgado y aprovechando el paso de la acequia Mayor de donde tomaría el agua para su uso, al igual que hiciera su antecesora. El Proyecto fue realizado por un arquitecto que Gonzálvez nombra como Jover; la obra fue inaugurada 1845, fecha en la que se acuerda a la vez, la venta del desguace y desmantelamiento de la Pescateria Vella de 1745. Al respecto de este derribo, Fuentes lamenta la “desaparición de un edificio característico y antiguo, propio de la vila, que fue construido hace más de trescientos años” (16).
Parece ser que este edificio fue derribado el 17 de octubre de 1877 (17), a raíz de la propuesta de construcción del un nuevo mercado en este mismo espacio. Este derribo sería de fecha inmediatamente posterior de la adjudicación de las obras de los dos primeros pabellones a construir, destinados a “Inspección y repeso, pescadería y venta de frutas y legumbres en el Mercado de Abastos de la Ciudad de Elche” (18), del 7-10- 1887. Por otro lado, la nueva propuesta de mercado, contempla y presupuesta (19) la ejecución de una nueva pescadería por lo qué es de suponer, el previo derribo de la existente.
Se desconocen las características, distribución y estado de conservación del edificio del tal Jover, que destacó al parecer, por su singularidad (20) y que sin embargo, tan solo perduró cuarenta y dos años (1845-1887).
Este mismo año, a raíz de la nueva ubicación propuesta para el Mercado, se aprueba el expediente de expropiación de la vivienda (casa de Margarita Valero, viuda de José Toribio) (21), que tras su derribo, posibilitará la apertura de una nueva calle que comunicará la nueva Pescadería con el Barrio del Salvador y el Raval extramuros, destruyendo para ello en esta zona, parte de la Muralla.
La apertura y urbanización de esta nueva calle, inaugurada en 1841, conformaría el cruce conocido desde entonces como “les quatre esquines”, consolidándose en el tiempo como vial de vital importancia de acceso y conexión del Mercado con los dos ejes principales de Corredera y Troneta – Hospital.

Feria de San Andrés Plaça de Baix. Proc.: Historia de Elche  /  A. Ramos Folqués,  p.269

  4.2. El Mercado Nuevo.
El 18-11-1886, a propuesta del alcalde Josep Rodríguez, se plantea la construcción de un nuevo mercado que se aprobará definitivamente en la Plaza Nueva, por sendos acuerdos del Ayuntamiento de fecha 10 de febrero y 11 de agosto de 1887.
Inicialmente se propuso al maestro de obras Pere Fluixà para la realización de sus planos, pero finalmente fue designado como director de las obras el arquitecto Manuel Chapuli y Guardiola. El proyecto es aprobado el 4-9-1887 y se desconoce la autoría real del mismo, entre Fluixà o Chapuli, pero lo cierto es que a partir de esta fecha, del primero ya no hay más referencia y es el segundo quién asume todo el protagonismo.
El contratista adjudicatario de las obras, fue el maestro de obras Andrés Gomis Alonso, y este mismo año, el 17 de octubre, se arrancaron los 52 terebintos de la plaza del Mercado, que se habían plantado en 1845.
El nuevo Mercado Central de Abastos, se plantea (22) como un conjunto de cuatro edificios o pabellones, de una sola planta todos ellos, como construcciones independientes entre sí, dispuestos sin demasiado orden y encajados en un espacio todavía sin terminar de ordenar. Cada uno de estos pabellones tendrá asignado un uso concreto e independiente, para el pescado, la carne, las frutas y verduras y el más pequeño, para el repeso e inspección, combinando su actividad con el mercadillo callejero que los rodea y que se sigue celebrando los lunes y sábados.
En las fuentes consultadas, no se han localizado los planos de este proyecto, siendo la única referencia gráfica al mismo, el plano de conjunto de la plaza y sus edificios de Pedro León Navarro, contenido en su proyecto de las obras de reparación y saneamiento de la plaza de octubre de 1908 (23) (Figura 8). En este plano, tan solo aparecen representados tres pabellones en vez de los cuatro citados por Ramos: la carnicería y abacería, la pescadería, y el repeso, inspección y vigilancia.
La acequia Mayor, desviada por la actual C/ Maestro Alfredo Javaloyes, cruzaba inicialmente en caja descubierta en dirección norte-sur hacia la recién abierta C/ de la Victoria, los pabellones de la carnicería y la pescadería, como desagüe de los mismos.
Será el primer Mercado de concepción moderna en Elche. Para entonces, hacía ya cinco años que el matadero existente en la plaza de la Fruta, había sido trasladado (en enero de 1882) al inicio del huerto de San José, en la zona conocida como la Eras de los Frailes, junto a la acequia de Marchena.
A la hora de plantearse la ejecución del mercado, el consistorio no disponía de los fondos suficientes para afrontar la totalidad de su obra, siendo necesario ejecutarlo en dos fases, fraccionando así la inversión a realizar y permitiendo su autofinanciación con el cobro de los impuestos y arbitrios generados (24).
La construcción se inició en una primera fase, por los edificios de la pescadería, inspección y repeso y venta de frutas y legumbre (25), cuyas obras fueron adjudicadas el 7-10-1887, mientras que el de la carnicería fue adjudicada en una segunda fase, en subasta independiente el 27 de noviembre de ese mismo año (26).
La plaza, según Ramos, fue inaugurada el 3 de agosto de 1888 con grandes fiestas populares y se colocaron en la plaza unas lápidas conmemorativas (27). Supuso un coste total de 93.340,50 pesetas (28), cuya inversión se estimaría amortizada para el año 1912, mediante el pago de tasas establecidas.
El primer pabellón destinado a pescadería exclusivamente, perdurará hasta el año 1977, siendo el último en ser derruido para dejar paso a otra nueva construcción.
En la memoria colectiva, este emblemático edificio de 1887, será conocido igualmente como la Pescadería Vieja, planteando cierta confusión con su antecesora de 1838, o la inicial de 1745 ya olvidada, si descartamos la anterior del XVIII. Confusión lógica, pues se mantenía la misma denominación a los distintos edificios construidos para el mismo uso. Han sido un total de ocho las distintas construcciones destinadas a la venta de pescado, en un radio de unos 100 mts (seis de ellas en la última centuria).
Se trata de un edificio de planta rectangular de eje central donde se sitúa el paso, con puestos a ambos lados abiertos al interior y exterior del edificio. Resuelto con una cubierta a dos aguas con vuelos laterales de protección, con caballetes de madera, significativos adornos de marquetería y cobertura de teja plana. Sus frentes quedan cerrados al exterior mediante cancelas y rejas de hierro.
Supondrá una de las construcciones más representativas de la arquitectura burguesa romántica del siglo XIX de nuestra ciudad.
Pescadería Nova (1887-1977) Fotografía: Década de los 70.
Ref.: Cátedra Pedro Ibarra. Colección/Fuente: 232

4.3. Obras de Urbanización y Comisión de Ornato.
Durante estos años (1887-1889), se realizaron las obras del solado de las calles recayentes a la plaza del mercado (29), así como el pavimentado de la misma, según acuerdo municipal de 28-6-1888, y dirección del arquitecto Manuel Chapuli y Guardiola autor de las obras de la Plaza del Mercado, en un intento de regularizar la diversidad de materiales existentes donde predominaba la propia tierra compactada y los cantos rodados (30).
Para el seguimiento y supervisión de estas obras, se acordó la creación de una Comisión de Ornato específica para las mismas (31), constituida oficialmente el 13 de septiembre de 1888, que será la encargada de determinar y supervisar, tanto la armonía de los materiales a utilizar como la regulación del uso de estos espacios. Finalmente, se optó por la utilización de piedra natural irregular en los pavimentos, con alfombras de cantos rodados (Calle de la Victoria), así como quedo regulado el uso de estas calles y plaza para un tráfico peatonal o de carruajes ligeros, limitando el paso de vehículos pesados, mediante pilones en la entrada de las calles, en el entorno de la plaza, incluso en la Corredora (32).
Las obras concretas de la Calle de la Victoria, se adjudican al maestro de obras Pedro León Navarro (junto con 8 calles más), quién ya había realizado trabajos similares en esta zona, presentando al efecto la Memoria, planos y presupuesto según su “Proyecto para el afirmado de las calles que parten de la Plaza de Abastos de Elche” (33).
La solución constructiva propuesta, plantea para el firme del vial una franja central de 3 m. de adoquines y paños de cantos rodados en las bandas laterales, delimitado por dos aceras en su perímetro.
El maestro de obras Andrés Gómez Alonso, continuará las obras de adoquinado y empedrado de las calles de la Plaza Nueva, siguiendo las directrices del proyecto de Pedro León. El Pliego de Condiciones para la contratación de estos trabajos, se aprobó el 7-2-1889, adjudicándose las obras el 17 de marzo de ese mismo año (34).
Tras veinte años de funcionamiento, y ante el mal estado de conservación general del edificio del mercado, construido principalmente con madera, se plantea la necesidad de emprender obras de reparación tanto en el pabellón del Mercado, como en el conjunto de la urbanización y saneamiento en la plaza (35). El Ayuntamiento, en sesión del 11 de enero de 1908, adjudica nuevamente a Pedro León Navarro las obras de reparación del edificio del Mercado. Los trabajos consistirán en la pintura al óleo de las maderas y sustitución de las dañadas, colocación de tableros de mármol en los mostradores de los puestos, enlucidos y chapados de azulejos en la Pescadería, así como el pavimentado de los edificios.
Este mismo año, se acentúan los problemas de embalsamientos y suciedad acumulada en la Acequia Mayor, que en estas fechas, discurría como canal abierto a su paso por la Plaza del Mercado, como focos de infección y malos olores. Para intentar subsanar esta situación, “y para que esta discurra como de costumbre al riego del Huerto de Gil” (36), en sesión ordinaria del 11 de octubre de 1908, el Ayuntamiento aprueba las obras de saneamiento y ejecución de alcantarillado según Memoria y Planos presentados por este mismo maestro de obras. Los trabajos consistieron en este caso, en la ejecución de los desagües enterrados de ambos pabellones, así como el tapado de la acequia Mayor con losas de piedra.

Notas
1 “Estela funeraria del siglo XI y crecimiento urbano de Elche” Carmen Barceló y Eduardo López Seguí. MARQ, Arqueología y Museos 01, 2006. (ISSN: 1885-3145).
2 García Bellido, A., y otros, ob. Cit., p.95.
3 Alfonso X dicta leyes referentes a la disposición y anchura mínima de las calles (20 palmos), con motivo de las nuevas obras a realizar. (Gonzálvez Pérez V. ob. Cit., p. 42).
4 A raiz del bautismo de sus habitantes, cambiará su nombre en 1526, por el de raval de Sant Joan.
5 Reformas Urbanas en la Vila, en calles y plazas en el periodo de 1370 a 1500. (Gozálvez Pérez V. ob. Cit., p. 42).
6 AME, Llibre de Concells, nº 1 (antiguo 696), 22-8-1370.
7 Madoz en 1845, describe la Plaça de la Fruita como un espacio irregular, donde existe una fuente rodeada de algunos árboles y donde está ubicada una “notable” carnicería (recientemente reparada), que alberga en su interior el matadero.
8 Ibarra y Ruíz, Pedro, ob. cit., p. 97 y 158.
9 Gozálvez Pérez V., ob. Cit., p. 57.
10 Gozálvez Pérez V., ob. Cit., p. 56. Ref. AME, Contestador de Sitiades, nº 8 19-1-1596.
11 AME, Llibre de Concells, nº 27, 21-12-1596.
12 Hacer referencia a la pescadería de 1745, situada a extramuros en la actual Carrer de Aurelià Ibarra.
13 Jaén i Urban, G., ob. cit.,“La Vila…” p. 200.
14 Gozálvez Pérez V., ob. Cit., p. 74. Ref. AME, Libro de Cabildos, nº 78 4-V y 8-VII-1745; Ibarra, P., ob. cit., “ Compendio…” pp.15-16.
15 AHM, Legajo 4146, nº 62.
16 Jaén i Urban, G., ob. cit.,“La Vila…” p. 201.
17 Jaén i Urban, G., ob. cit.,“La Vila…” p. 202. Ref. Ibarra y Ruiz, Pedro.
18 AHM, Manuel Chapulí y Guardiola, Certificado Final de las obras de los pabellones destinados a Inspección y repeso,
pescadería y venta de frutas y legumbres en el Mercado de Abastos de la Ciudad de Elche. Legajo 68-5, nº 34.
19 Primera Subasta: Presupuesto de ejecución material de las obras del Pabellón destinado a Pescadería en la primera Subasta, asciende a 8.757,86 ptas. AHM. Legajo 21-5 Expediente de Contratación Nuevo Mercado 1887.
20 “En el centro [de la plaza Nueva] se ha levantado una hermosa pescadería, que no solo es notable por su solidez y buen
aspecto, sino también por la policía interior que tiene, y favorece una gran acequia que pasa por en medio y proporciona abundante agua pala la limpieza ordinaria”. Jaén i Urban, G., ob. cit.,“La Vila…” p. 201. Ref. Madoz, Pascual.
21 AHM, Legajo 360, nº 15; Año 1838.
22 Ramos Folques, Alejandro., ob. cit.,“La Historia …” p. 263, e Ibarra y Ruíz, P. en 1895.
23 AHM, Leg. 13, nº 21
24 AHM, Copia del Expediente para la construcción del nuevo Mercado de Abastos, Leg.5 nº 21, 1887
25 AHM, Certificado final de las obras. Legajo 68-5, nº 34
26 AHM, Acta de recepción de los pabellones destinados a Inspección y repeso, pescadería y venta de frutas y legumbres, y Carnicería y Abacería en el Mercado Central de Abastos de la Ciudad de Elche. Legajo 68-3 y 4, nº 34.
27 “Mercado de Abastos, inaugurado el tres de agosto de 1888. Siendo el alcalde don José Rodríguez Sánchez-Rojas. El año 1888 se construyeron los cuatro pabellones de este mercado, bajo la dirección del arquitecto D. Manuel Chápuli”. Ramos Folques, Alejandro., ob. cit.,“La Historia …” p. 263.
28 AHM, Plaza de Abastos. Minuta de sus efemérides y gastos en su construcción. 1904. Legajo 11, nº 21.
29 AHM, “Proyecto para el afirmado de las calles que parten de la Plaza del Mercado de Abastos de Elche”. Legajo 21, nº 6. 1888. Se plantea el solado de un total de nueve calles, según memoria y presupuesto del maestro de obras Pedro León Navarro.
30 AHM, “Expediente para la construcción de acerado de la Plaza Nueva e incidencias”. Legajo 21, nº 7. 1887-1888
31 AHM, “Expediente para el remate en vía pública, licitación de las obras para el adoquinado y empedrado de las calles que parten de la Plaza Nueva””. Legajo 21, nº 8. 1889. Las Comisiones de Ornato, también conocidas como Juntas de Policía Urbana o como la Policía del Pueblo, aparecieron a principios de siglo motivadas a raíz de la Real Orden de 1846, con la intención de vigilar la limpieza y la buena vista de la ciudad en general. En Elche se tiene constancia de su celosa e inquisitoria actuación, en las actas capitulares del 5 de enero de 1855.
32 Caben destacar dos hechos relevantes: Por un lado, será la primera y única vez que, que se crea una Comisión de expertos para estudiar y supervisar la urbanización de los entornos del Mercado de una forma uniforme y coherente, tanto en uso como en materiales a emplear; por otro, se plantea por primera vez el conjunto del entorno del Mercado, como un espacio peatonal, de uso restringido a vehículos, incluyendo la calle de la Corredora.
33 AHM, “Proyecto para el afirmado de las calles que parten de la Plaza del Mercado de Abastos de Elche”. Legajo 21, nº 6. 1888. Se plantea el solado de un total de nueve calles, según memoria y presupuesto del maestro de obras Pedro León Navarro.
34 AHM, “Expediente para el remate en vía pública, licitación de las obras para el adoquinado y empedrado de las calles que parte de la Plaza Nueva””. Legajo 21, nº 8. 1889.

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