miércoles, 4 de septiembre de 2013

Veranos ya imposibles: Marcos y los baños en el Aigua Dolça i Salà.


Mi padre se atrevió al menos un par de veces a llevarme a la lucha libre en el Victoria y tuvo que desistir porque en las dos ocasiones había mas lucha en las gradas que en el cuadrilátero. Después me he enterado que no era tan frecuente. Marcos era una de las estrellas fijas en el reparto, con su serpiente y su peculiar estilo. Fue hasta el final de su vida un personaje local conocido y querido. El tema viene a colación porque de niños, nuestro rincón favorito de baño (en el que casi nunca pudimos bañarnos) estaba muy cerca de la Cueva de Los Caníbales y  bastaban dos gritos de Marcos o cualquiera de sus ocupantes para desistir y tener que trasladarnos a otro paraje, en concreto a lo que aún hoy se conoce como “el tubo”, en las inmediaciones del Molí Nou; los que patean la Sèquia saben de que hablo. 




Al fondo la cueva y una de las casetas de la conducción de aguas del Obispo Tormo
Lo cierto es que el tramo que hay justo enfrente de la cueva de los Caníbales es un lugar con un encanto especial: las aguas se remansan, el canal es allí más ancho y profundo y entre los Populus y las palmeras una sombra fresca y agradable adorna el paraje y aún hoy en día transmite una invitación al baño y a descansar a la fresca si las aguas bajaran limpias como antes, así que no me extraña que los Canibales, con Marcos como jefe, nos pusieran las cosas difíciles; también es posible que dada nuestra corta edad (yo tenía menos de 12 años y era el mayor) como íbamos a escondidas de los mayores, pues nos alejaban de allí como su fuéramos pavos. Nuestros padres también nos tenían prohibido bañarnos en ese sitio porque se hacían ceremonias de carácter gastronómico que no diré por no espantar al personal.  Bastará con incluir fotos de quijadas y otros huesos de burro que aún quedan por allí.

Hoy en día, como se puede ver la cueva está semiderruida y la navaeta en algún momento se incendió y se cayó el techo.

Desconozco los avatares del personaje al que le dedico esta entrada. Años después lo ví pasear la bandera republicana casi en cada manifestación. Acabó reuniéndose con sus amigos en un huerto frente a la actual comisaría de la Policía Nacional.


Fotografía de Marcos procedente de la cátedra Pedro Ibarra por cortesía de Santiago Gambín. 

2 comentarios:

  1. JAJAJA, Qué personaje más bestia! Historia de Elche, a pie de calle. Un recuerdo entrañable para quienes le conocieron. La foto de joven refleja toda una época. Muy bueno.

    ResponderEliminar
  2. De nuevo das en el clavo Raúl, entrañable es la palabra. Si amplias la foto de la pequeña oquedad verás que hay huesos (yo creo que de burro) restos de la materia prima de sus comidas pantagruélicas. Volveré sobre el paraje porque es muy interesantes. Venga

    ResponderEliminar