miércoles, 16 de noviembre de 2011

Antes de las elecciones del 20 N


1
Una observación previa. Aún no entiendo como se llegó a elegir la fecha, pudiendo haber escogido cualquier otra. Me desagrada la idea de hacer coincidir un día para hacer algo con otro cargado de historia y en ese caso son demasiadas coincidencias (muerte de José Antonio Primo de Rivera y de Franco) como para ser resultado de la casualidad. De la primera simplemente decir que entre la muerte de José Antonio y la del nacimiento de Miguel Hernández  20 días antes hubiese preferido la segunda, aunque lo que me tira es olvidarla para dar sentido a la frase de Borges cuando afirmó que el olvido es la única venganza y el único perdón (y añado yo que intencionado por muy paradójico que resulte). Aún me acuerdo de la segunda efeméride. Con ella empezó el declive de la gente que se había estado jugando el tipo para evitar que la muerte del Dictador fuese tan natural como lo fue y lo que me trae es el fracaso de la intentona y la subsiguiente aparición de políticos nuevos, en su mayor parte perfectos desconocidos porque no habían destacado en esa ingrata lucha, ahora sí cargados con una inevitable tendencia a perpetuarse como profesionales de nuevos oficios. Recuerdo como se fueron instalando en sus puestos gracias a los procesos electorales y a los cargos recién creados para todos los ciudadanos (Diputados, Senadores, Concejales y derivados, aparatos de partidos, sindicatos y otras organizaciones) y como fueron luchando, salvo honrosas excepciones, por mantener el cargo en cualquier tormenta política.
En cualquier caso un día nefasto en su primitivo sentido: el nefas es lo que infringe las reglas sagradas. De ahí la importancia que tenía para los romanos la determinación de los días fastos y nefastos para realizar todo tipo de actividad, social, militar, comercial. La contraposición al ius es la iniuria, que es la transgresión de las normas jurídicas.[1]

Protesta por una sanidad pública en Cataluña

2
Lo que nos dice la publicidad. La propaganda comercial casi siempre se sitúa por delante de las tendencias sociales, porque las empresas que quieran situarse deben llegar antes que la competencia, y ya se sabe. Con este bagaje quien vea la televisión y aún los anuncios que nos asaltan desde otros medios de comunicación verá la extraña proliferación de propaganda dedicada a los seguros sanitarios privados, que aparecen incluso como un plus personal de garantías en la atención sanitaria a quienes decidan suscribir una póliza. Al margen de coincidencias chocantes (me parece morboso que entre anuncios televisivos de perfumes y otros regalos se publiciten los correspondientes a la atención sanitaria), esto es lo que se ve venir en este proceso electoral: la promesa de la derecha neoliberal (el PP, pero también catalanes y vascos) de permitir el acceso de las compañías privadas a la parte más sustanciosa del pastel de la seguridad social  dejando los pacientes con tratamientos costosos en ese ámbito, como ya se está haciendo con la enseñanza. La Comunidad Valenciana, pionera de tales practicas en ambos procesos (sanidad y enseñanza) es una buena fuente de ejemplos de lo que se avecina y por poner un ejemplo, antes los TAG y las resonancias magnéticas eran realizadas por personal sanitario y con equipos propiedad de la Seguridad Social; ahora se han constituido junto a cada hospital público pequeñas empresas con locales e instalaciones cedidas al efecto, para que realicen dichas pruebas a precio tasado. Muchas pruebas auxiliares en el proceso de diagnóstico están encomendadas a ese tipo de empresas (a veces no tan pequeñas) en especial en los hospitales concertados, hasta el extremo de que algunas se están generalizando para casi todo y en todos los supuestos. A cambio de esta mejora aparente las cuentas publicas soportan una deuda creciente a proveedores que debe detraerse de alguna otra parte del dinero dedicado a mantener los servicios, aunque tal deuda pueda maquilarse y quedar fuera de lo que comúnmente se conoce como déficit público. En el ámbito de la enseñanza el equivalente sería la proliferación de barracones como parte de la dotación estructural en los centros públicos, mientras se es más que generoso con otras enseñanzas que se pagan de la misma partida presupuestaria lo que consolida las diferencias sociales.
El Campello. Colegio nuevo y ya con barracones

3
Ironías de la historia. Precisamente las autonomías más endeudadas y los Ayuntamientos más empobrecidos por una deficiente gestión están mayoritariamente en manos del PP, que es quien se presenta ahora como gestor del déficit acumulado y patrón de la austeridad, pero no conozco ningún ejemplo en el que esto se haya hecho efectivo. Y aunque pueda plantearse como un mal general y externo a los partidos políticos, las practicas corruptas están en el bombo del PP mucho más que en cualquier otra formación política. Sin embargo nada parece ser capaz de contrarrestar la tendencia del ciudadano desencantado a hacer pagar los platos rotos de la crisis al partido socialista, que ha adornado además su gestión con algunos sonoros fracasos, en especial la nefasta decisión de bajar las pensiones públicas prescindiendo del consenso establecido en el Pacto de Toledo entre partidos y sindicatos. Además y sinceramente dudo que el cambio de signo político, como su improbable continuidad, pueda ser la solución o que se pueda hacer responsable al gobierno del estancamiento de la actividad económica y el retroceso en el empleo. Un gobierno, recordémoslo ahora, especialmente dócil con la estrategia diseñada por la kaiser Ángela Merkel, que ha primado a los bancos en detrimento de la actividad económica. Estos elementos (el varapalo a las pensiones públicas y el desempleo desbocado) están sirviendo de ariete contra la estrategia del PSOE de intentar poner de manifiesto lo dicho mas arriba (el programa oculto del PP). El resultado es que la marea azul va a impregnar el panorama político del Estado en todos y cada uno de los niveles (ayuntamientos, autonomías y gobierno central). Perdidos los Ayuntamientos y las autonomías, a mi criterio la pelea ahora se sitúa en limitar lo máximo posible la previsible mayoría absoluta del PP, aunque solo sea para intentar frenar la tendencia a la privatización de los servicios públicos, cuando no directamente a su supresión, como ya está sucediendo en algunos ámbitos a la vista de todos.

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