jueves, 7 de junio de 2018

Elogio de la lectura


A Mariano, que se acaba de jubilar y se lo conté, 
como desagravio por no poder acompañarlo en la despedida

Espero que los sufridos lectores sepan disculpar esta disgresión en la línea habitual del blog pero me prometí contarlo en algún sitio por lo insólito del caso. Ayer acompañé a mi  esposa al médico de la Seguridad Social y decidí no acudir provisto del lector de libros, dedicar el tiempo de la previsible espera en reflexionar sobre las sorpresas alrededor de la sentencia de la Gurtel, la moción de censura y como colofón, la sorprendente lista de ministras / ministros presentada por Pedro Sánchez. Nada más llegar y sin avisar me encontré sentado al lado de un señor muy mayor, sobrepasados los 80, de pelo totalmente cano, en sandalias y enfundado en una camiseta que apenas podía ceñir un prominente abdomen, con una pinta general de estar recién salido del bancal con todos mis respetos. Resulta que el hombre estaba leyendo un libro absorto en su contenido y sin apenas levantar la vista de tan estimulante quehacer. No es algo tan infrecuente pero me pudo mi deformación profesional y de la manera más discreta posible intenté adivinar qué estaba leyendo: un libro de bolsillo en rústica, con toda la pinta de ser de escaso valor material, con colorines en la cubierta y su interior incluso adornado de grabados, así que mi primera valoración iba hacia el género del oeste o cualquier otra novelita de consumo. 

En un breve instante, como para asimilar lo que estaba leyendo o darse un respiro, dejó el pulgar metido y cerró el libro, lo que me permitió ver la cubierta y saber de que iba la cosa: Elogio de la locura de Erasmo de Rotterdam. Para los interesados en conocer su contenido les remito a la entrada de wikipedia y siguiendo con mi deformación profesional diré que la obra fué el primer best-seller de la incipiente industria editorial del XVI, por ende uno de los hitos fundamentales de la Reforma.

Imagino que debí poner cara de asombro (aunque no me vio, ensimismado en sus elucubraciones) por lo inesperado del asunto. Enseguida intenté captar algún rastro de ilustración o inteligencia en su cara y ademanes, percibir algún asomo de los leves signos que las personas de alto nivel cultural suelen poseer, con resultados decepcionantes: seguía teniendo pinta de labrador recién salido del bancal, una sensación más acentuada aún en todos sus términos que la  del primer vistazo. La ley de probabilidades está hecha para ser barrida por multitud de acontecimientos cotidianos y llegué a pensar en plan pedante que igual quien esto suscribe es capaz de sorprender a algún timorato cuando llegue a los 80 si tengo esa suerte, con alguna de mis lecturas habituales en las salas de espera de la Seguridad Social.

Sin pretenderlo me dio la clave: lo que acaba de hacer Pedro Sánchez nos mete en un mundo de posibilidad remota pero tan real como ese señor leyendo a Erasmo: ha sabido explotar el enorme filón de sabiduría y experiencia que atesoran las mujeres en la administración pública para dejar sentado un montón de cosas siguiendo su propio camino, una trayectoria que le marca como ave fénix de la política española encaminándose a ser un político de altura pese a las apariencias: se ha dotado de un importante bagaje para resistir las embestidas más que previsibles de Ciudadanos, Podemos, el PP, Nacionalistas de variado pelaje, etc. 


Hay cancha para las próximas elecciones.

Las ilustraciones reproducen grabados de la edición canónica del Elogio de la locura, de Hans Holbein el Jóven

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