martes, 10 de mayo de 2011

CORRUPCIÓN EN LAS RAICES


Hace algún tiempo un juez, calificado un poco por todos como juez “estrella” pese a su brillante trayectoria judicial y perseguido con saña por la derecha por su manía de hurgar donde menos les interesa, dio forma a una vía jurídica hasta entonces inédita para combatir el uso de los mecanismos del sistema democrático en beneficio de opciones contrarias al sistema; me estoy refiriendo a Garzón, el terrorismo etarra y  la Ley de Partidos Políticos. Las garantías constitucionales utilizadas por gente organizada para fines propios son un arma que puede llegar a ser decisiva en muchos sentidos. La Ley permitió perseguir a los etarras en su búsqueda de mecanismos de supervivencia, pero en especial en el uso torcido de los derechos de participación política y de asociación, analizar a las organizaciones e incluso a todos y cada uno de los candidatos de los partidos supuestamente colonizados por ETA hasta extremos que pueden rozar la inconstitucionalidad, como ha puesto de manifiesto la reciente sentencia del Constitucional. La efectividad de esa línea se traduce en que una vez cortada de raíz la lucha callejera como germen y escuela de militantes terroristas y taponado el uso fraudulento de las organizaciones políticas, la lucha contra el terrorismo es más efectiva hasta el extremo de estar asistiendo probablemente a los últimos estertores de esta lacra social.
No pretendo hablar de terrorismo, sino hacer un paralelismo que me parece evidente y que posiblemente esté en el trasfondo del ostracismo al que se ve sometido el juez, a la pervivencia y posible triunfo de la corrupción política generalizada en la Comunidad Valenciana y en especial en el Partido Popular: a diferencia de lo que pasa en la lucha contra el terrorismo, cuando un partido sufre una ocupación o genera un conjunto de elementos más o menos organizados que utilizan las rendijas del sistema democrático para enriquecerse y de paso pervertir hasta la raíz su funcionamiento, los jueces apenas tienen herramientas de defensa; no hay una ley que permita mirar con lupa a todos y cada uno de los candidatos que integran las listas electorales para  impedir o prevenir que puedan subsistir y crecer los que pretenden enriquecerse por la vía de acceder al poder político a cualquier nivel. Sin embargo y en esencia los corruptos utilizan el mismo mecanismo que el terrorismo etarra: hacer “entrismo”, usar todos los recursos a su favor, montar una organización paralela,... con la diferencia de que para matar hay que estar loco o ser un fanático, pero para hacerse rico en esta vía, además de ser un cínico dispuesto a casi todo hay que estar muy cuerdo. Tanto unos como otros pervierten hasta la médula la democracia y eso es lo grave en términos políticos.
Dicho en román paladino: ¿de que me sirve que un corrupto vaya a la cárcel si ya se ha hecho rico y ha dejado detrás un puñado de corruptos en ejercicio?. La justicia solo puede ser ejemplar cuando con una sentencia condenatoria se ponen los medios para impedir o dificultar que el delito se reproduzca. Por encima del bochorno que pueden pasar los militantes y simpatizantes convencidos si la investigación judicial concreta los indicios de culpabilidad, está la burla al sistema y a la gente que se ve abocada a votar a presuntos delincuentes.

Recomiendo leer la guía. No tiene desperdicio.


No hay comentarios:

Publicar un comentario